Después de su bautismo en el Jordán, la voz del cielo identificó a Jesús como el Hijo de Dios y el Siervo de Yahvé.
El tema del cumplimiento es
prominente en el evangelio de Mateo. En Jesús de Nazaret, las promesas de Dios
han encontrado sus cumplimientos profetizados. Él es el Hijo de Dios, el que
está destinado a gobernar las naciones de la Tierra, aunque de maneras
inesperadas y sin precedentes.