En el Evangelio de Marcos, nadie reconoce quién es Jesús excepto los demonios. Solo en su muerte en una cruz romana los hombres entendieron su identidad.
En Galilea, los discípulos presenciaron a Jesús
sanar a los enfermos, expulsar demonios, perdonar pecados e incluso calmar
tormentas violentas, actos sobrenaturales realizados con gran autoridad. Sin
embargo, sus palabras y hechos produjeron confusión sobre su identidad y, por
lo tanto, muchos se hicieron la pregunta: “¿Quién es este hombre?” Solo
en su ejecución un ser humano finalmente reconoció quién era.